miércoles, 5 de marzo de 2014
lunes, 7 de octubre de 2013
PRIMERA LECTURA: Lea las veces que sean necesarias y luego responda el cuestionario
LA LEYENDA DEL CUCHARÓN
Hacía mucho
tiempo que no llovía en la comarca. El clima era tan caliente y seco que las
flores se marchitaban, la hierba estaba calcinada y parda, y aun los árboles
grandes y fuertes estaban muriendo. El agua se secaba en los arroyos y ríos,
los manantiales estaban secos, las fuentes dejaron de burbujear. Las vacas, los
perros, los caballos, los pájaros y todas las personas estaban sedientos. Todos
se sentían incómodos y enfermos.
-Oh -dijo la niña-, si tan sólo encontrara agua
para mi madre, sin duda ella se repondría. Debo encontrar agua.
Tomó su taza de hojalata y partió en busca de agua. Al cabo del tiempo encontró
una pequeña fuente en una ladera. Estaba casi seca. El agua goteaba muy
despacio desde abajo de la roca. La niña sostuvo la taza y recogió unas gotas.
Aguardó un largo, largo tiempo, hasta que la taza se llenó de agua. Luego bajó
la cuesta de la montaña sosteniendo la taza con mucho cuidado, pues no quería
derramar una sola gota
En el camino se cruzó con un
pobre perro que apenas podía caminar. Respiraba entrecortadamente y la lengua
reseca le colgaba de la boca.
-Pobre perrito -dijo la niña-,
estás tan sediento. No puedo seguir de largo sin darte unas gotas de agua. Si
te doy sólo un poco, aún habrá suficiente para mi madre.
Se acordó
de su madre y echó a andar a toda prisa. Cuando llegó a casa casi anochecía. La
niña abrió la puerta y subió rápidamente a la habitación de su madre. Cuando
entró en la habitación, la vieja criada que ayudaba a la niña y su madre, y que
había trabajado todo el día para cuidar de esa mujer enferma, se acercó a la
puerta. Estaba tan fatigada y sedienta que apenas podía hablar.
-Dale un sorbo de agua -dijo la
madre-. Ha trabajado con ahínco todo el día y la necesita mucho más que yo.
Así que la niña le acercó la taza a los labios y la vieja criada bebió un sorbo de agua. De inmediato se sintió mucho mejor y se acercó a la madre y la alzó. La niña no notó que la taza se había convertido en una taza de oro y estaba tan llena de agua como antes.
Luego acercó la taza a los labios
de la madre, que bebió y bebió. ¡Oh, se sentía mucho mejor! Cuando hubo
terminado, aún quedaba un poco de agua en la taza. La niña se la iba a llevar a
los labios cuando oyó un golpe en la puerta. La criada la abrió y se encontró
con un desconocido. Estaba pálido y sucio de polvo.
-Tengo sed -dijo-. ¿Puedo beber
un poco de agua? La niña dijo:
-Claro que sí, sin duda la
necesitas mucho más que yo. Bébela toda.
El
desconocido sonrió y tomó el cucharón, que de inmediato se convirtió en un
cucharón de diamante. Lo dio vuelta y
toda el agua se cayó al suelo. Y donde caía el agua burbujeó una fuente. El agua fresca fluía sin
cesar, agua de sobra para la gente y los animales de toda la comarca.
Mientras
miraban el agua se olvidaron del forastero, pero cuando miraron se había ido.
Creyeron verle desaparecer en el cielo... y allá en el cielo, alto y claro,
brillaba el cucharón de diamante. Todavía brilla en lo alto, y recuerda a la
gente la niñita que era amable y abnegada. Se llama el Gran Cucharón.
Actividades.
1. Forman
grupos de 3 o 4 estudiantes y nombran un secretario que escriba las respuestas a estas preguntas:
a)
¿A quién dio agua la niña?
b)
¿En qué se fue convirtiendo la cucharon?
c)
¿Cómo era la niña?
d)
¿Qué nos enseña este texto?
e)
¿Cómo podemos vivir la solidaridad con los amigos y compañeros?
2. Los secretarios leen las respuestas y el profesor
las escribe en el tablero, para sacar conclusiones generales.
3. Realizar el dibujo correspondiente.
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